LECTURA
POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
Misoginia política en dos bandas
El
empoderamiento femenino guarda también sus particulares embestidas políticas,
en una esfera donde los hombres han gozado por décadas de esa prerrogativa. La
famosa equidad de género les cercenó
accesos a ciertos personajes masculinos, que eran impensables en otras épocas.
En Guerrero, hay cuando menos dos mujeresque han sido
atacadas sin piedad y sin ningún tipo de concesión en la actual coyuntura de
poder.
MISOGINIA POLÍTICA DECLARADA.- Para el poder, la diferencia entre
hombre y mujer ya no cuenta. Y la consigna parece clara: si
ellas desean su disfrute, también deben pagar las consecuencias que
conlleva su ejercicio. Se lee así: 1.- A la aspirante al
Senado por la alianza Por Guerrero al Frente (PRD-PAN-MC),
Beatriz Mojica Morga, le llovieron recientemente, actitudes
misóginas. Su detractor político fue el diputado federal plurinominal
por Michoacán, David Jiménez Rumbo, quien aliado con el PRI y
con el aspirante al Senado de ese partido, Manuel Añorve Baños, hizo mofa política de
ella. La llamó “La Malinche” y admitió que
venía en clara actitud de “venganza política” en su
contra, por haber contribuido a negarle su acceso como
candidato de esa alianza, por la alcaldía de Acapulco. Pero lo único que
Jiménez Rumbo ganó, fueron tres cosas: bajarle
puntos en las encuestas a Manuel Añorve. Vender su maltrecha
imagen política como misógina. Y una demanda legal por
parte de Beatriz Mojica, cuyos resultados estarían por reventarle y revertirle
tendencias triunfalistas al PRI. 2.- A partir del segundo
debate presidencial del pasado 20 de mayo, el nombre
de la candidata al Senado por el Morena, Nestora
Salgado, saltó a la polémica. Urgido de recolectar puntos que no llegan en las
encuestas, el candidato del PRI, José Antonio Meade, le desempolvó un
antecedente por secuestro. Y de ahí se colgaron todos
los enemigos políticos de AMLO.Desde la presidenta de Alto al
Secuestro, Isabel Miranda de Wallace. Hasta el activista y fundador
de México SOS, Alejandro Martí. Sin embargo, los
antecedentes son tercos: en su calidad de comandanta de la Policía Comunitaria
de Olinalá, afiliada a la CRAC, Nestora Salgado, fue detenida el 21 de
agosto de 2013 en un operativo en el que participaron la
Policía del Estado y el Ejército. Los cargos que se le adjudicaron
fueron: secuestro, robo y privación ilegal de la libertad y homicidio. Estuvo
presa en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit. Luego, fue trasladada
por problemas de salud, a la Torre Médica del Penal Femenil de Tepepan. El
viernes 18 de marzo de 2016, el Juzgado 67 Penal
de la Ciudad de México, le otorgó el auto de formal libertad por
esos tres procesos penales. Es decir, la exoneró de
todos los cargos. Estuvo presa dos años y siete meses. Ninguno
de sus actuales detractores alzó la voz ni dijo nada al respecto. No era
importante, puesto que no era investida como candidata al
Senado. Y menos por el Morena de López
Obrador, quien sigue encabezando todas las encuestas. Pero Meade no quitó el
dedo de la llaga. Tampoco el dirigente nacional del PRI, René Juárez Cisneros,
quien gestionó la activación del caso Nestora en Guerrero,
con el acuerdo soterrado del magistrado presidente
del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Alberto López Celis. Y Nestora, demandó
al candidato presidencial tricolor. Entonces, se puso en marcha el Plan
B. Porque desde el centro y en clara actitud de misoginia
política, insisten en tumbarle la candidatura
al Senado. Alegando ahora, que posee doble nacionalidad. Y
es cierto. El artículo 58 constitucional reserva el cargo
de candidato a Senador a un nacido en México. Pero
el INE de Lorenzo Córdova, dijo el pasado 25 de mayo que Nestora “cumple
con los requisitos para ser candidata”. ¿De qué juego
perverso del poder estamos hablando? ¿Mantener esa polémica hasta el
tercer debatepresidencial del 12 de junio y antes de la
elección del 1 de julio, para desgastar durante
todo este tiempo al peje? ¿Es el único reducto político a
través del cual José Antonio Meade, pretende “ganar” la elección
presidencial? ¿O es misoginia política pura?