Columna: Del balcón al sótano

Del balcón al sótano

Eduardo Albarrán Orozco

 

Todas las candidaturas se encuentran en la recta final. El aumento de acciones violentas por parte de diversos grupos de civiles, entre éstos grupos delincuenciales, pone en riesgo en varias zonas del estado el proceso electoral. Pero no sólo en Guerrero hay acciones fuertes de los grupos delincuenciales, Jalisco lo demuestra y en Michoacán también han asesinado a candidatos. Por estas circunstancias corresponde al gobierno federal realizar las acciones necesarias para garantizar, como es de su interés, un proceso electoral tranquilo que, por lo menos, permita que quienes quieren votar lo hagan sin impedimento alguno.

El informe de una comisión del PRD que revisó el caso de José Luis Abarca y de cómo éste llegó a la alcaldía de Iguala, sólo demuestra que el PRD ya no es el partido de la esperanza como muchos lo llegamos a creer.

En los últimos 15 años el PRD de Guerrero se ha ido descomponiendo gracias a la llegada de “líderes” como Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete a nivel nacional y en la entidad personajes como Sebastián de la Rosa, David Jiménez Rumbo, Víctor Aguirre, Bernardo Ortega y Beatriz Mojica Morga, más otros que solo han utilizado al PRD para sus beneficios personales, sus aspiraciones de poder por el poder y de enriquecimiento, además del encubrimiento de actividades ilícitas propias o de familiares o amistades cercanas.
Del PRI no sería de extrañarse que tenga personajes corruptos y hasta ligados a delincuentes. Sus más de 80 años le han permitido tener y construir, por varios líderes, esas relaciones. Pero que el PRD en menos de 25 años haya rebasado al tricolor es grave.

Demuestra que en México y en Guerrero particularmente, no existe una izquierda capaz de orientar y menos conducir un movimiento de masas hambriento de justicia social, de seguridad y de paz. Un movimiento encaminado a garantizar que las grandes mayorías de trabajadores y trabajadoras de México tengan garantizados sus derechos establecidos en la Constitución del 17 y echar abajo las reformas neoliberales que solo favorecen al gran capital extranjero y repercuten en los bolsillos de todos los mexicanos.
La izquierda de Guerrero fue reconocida a nivel internacional en los años 70s y en años posteriores hubo aportaciones de esta izquierda sobre todo en lo que a la democratización del estado se refiere.

La construcción del PRD fue la esperanza máxima no solo de los guerrerenses, sino de los mexicanos todos. La promoción de la democracia directa que permitía a los y las ciudadanas exponer sus pensamientos era una forma de ir construyendo a ciudadanos y ciudadanas pensantes, con posibilidades de tomar decisiones y de construir una organización partidista horizontal.
Esto no era conveniente para el sistema y desde los espacios de poder a los que llegaron los primeros perredistas, hombres y mujeres de izquierda, se corrompieron y ahora son peor que quienes tanto han criticado.
Las ansias de poder por el poder de los “dirigentes” perredistas, poder que se refleja en riquezas y lujos, los ha llevado a tener alianzas y acuerdos con personajes de la delincuencia organizada.

Han recibido recursos para costear sus campañas a cambio de su silencio y de su complicidad, permitiendo que poco a poco estos personajes penetren en el PRD y lo utilicen para sus fines, que no tienen nada que ver con la lucha social y los principios del PRD.

El caso de José Luis Abarca en Iguala no es el único, pero es el que, con los acontecimientos del 26 y 27 de septiembre, destapó la cloaca y la podredumbre que hay en las dirigencias perredistas.

Esa comisión del PRD, encabezada por Pablo Gómez, deja en claro que la candidatura de José Luis Abarca fue el resultado de una transacción económica y no de un proceso democrático.

Todos sabían que quien llevaba la ventaja en la encuesta del PRD, por tres puntos, era Oscar Díaz Bello. Sin embargo la candidatura se fue a la puja, al quien da más con la aceptación de Oscar Díaz y, por supuesto de José Luis Abarca.
¿Quién da más? Y José Luis Abarca puso dos millones de pesos. Oscar Aceptó una diputación que no le correspondía y para la cual no estaba preparado. Pero lo peor es que aceptó negociar por dinero esa candidatura y esto lo hace cómplice de la llegada de Abarca a la alcaldía.

En las redes sociales, durante los días posteriores a los hechos del 26 y 27 de septiembre, se publicó una fotografía en la que aparece Carlos Navarrete, flanqueado por José Luis Abarca, a su derecha y a quien abraza por encima del hombro, y por Oscar Díaz Bello, a su izquierda a quien no toca. Simbólica la foto que, se dice, es de ese día de la compra de la candidatura.

Del sótano

Se han visto trabajando con mucha intensidad a los candidatos del Movimiento Ciudadano, Miguel Ángel Garduño Román, a quien todos conocemos por su papelería, que fue creada por su padre hace alrededor de 60 años. Ha sido regidor y fue administrador fiscal en Iguala. Fue retirado del cargo para colocar a Gustavo Adán, fiel a Oscar Díaz Bello. Tiene la pasantía en Derecho, estudiada en la UNAM.

Benjamín Domínguez también es un candidato a quien muchos conocemos de hace tiempo. Trabajador con su familia, seguramente hará un gran papel para el PES.

De Esteban Albarrán, candidato del PRI a la alcaldía de Iguala, sabemos que su familia es dueña de un hotel y de un periódico. Que tiene estudios de licenciatura hecha en la UNAM y una maestría. Ha sido regidor, diputado local, por elección, en el distrito 22, ha sido síndico (espacio que dejó porque su partido lo postuló a la diputación federal por el distrito 02, candidatura que ganó), fue diputado federal.

José Socorro Peralta, candidato de Morena, ha sido trabajador académico de la Universidad Autónoma de Guerrero. Ha sido coordinador general de la UAG en la zona norte y ha tenido otros cargos en esa institución. Actualmente ejerce su carrera como abogado litigante.

Conocer a los y las candidatas, no solo por su presente, sino también por su pasado, es necesario para definir nuestro voto. No basta que escuchemos sus promesas, es necesario saber de qué han vivido y cómo durante los últimos 20 años. Cuáles son sus orígenes, su familia, sus hábitos, el origen de sus pocas o muchas propiedades. Hay que saber si tienen o no una formación académica que nos permita saber con qué bagaje cultural nos va a gobernar. Tenemos que saber cómo es su conducta personal, cómo ha tratado siempre a la gente. Necesitamos diseccionar a los candidatos para votar con plena conciencia y que no nos suceda como en la elección anterior.