Un “Pez Vela” en Chicago
* Es dura la vida para
millares de mexicanos que emigraron a EU, provocado por la pobreza y
deslumbrados por el “billete verde”, señala Margarito Antúnez, quien radica con
su familia en Chicago *
Mario Raúl Hernández
Respetable público ¡lucharán a 2 de 3 caídas sin límite de tiempo!, en esta
esquina Pez Vela y Pulpo Asesino, y en esta otra, Blue Demon y El Bulldog
Un “Pez Vela” en Chicago. Sin preparación en su natal Iguala, del estado de
Guerrero, donde no se le prometía nada; hasta que un día emigró como
indocumentado a Estados Unidos, en busca de oportunidades y de aventuras,
hilvanados al sufrimiento, el miedo, la discriminación, el trabajo agotador y
el terror, sujetos a un sueño: el “sueño americano”, el sueño por el “billete
verde”.
Don Margarito,
de Chicago a Iguala. (Foto: Mario Raúl Hernández).
Es dura la vida para millares de mexicanos que emigraron a Estados Unidos,
provocado por la pobreza y deslumbrados por el “billete verde”, regresando a su
país —más tarde— la mayor parte en la miseria.
ES COSA DE PANTALONES…
Emigrar es cosa pantalones, porque se parte dejando en casa esposa e
hijos. Más tarde la nostalgia consume; el deseo de estar juntos de nuevo se
vuelve insoportable. Migrar se ha convertido en sinónimo de vivir o morir, de
soñar o sucumbir.
Migrar significa enfrentarse a otra cultura e idioma, y también a las leyes
de aquel país, que son estrictas y condenatorias, incluso, a cárceles con pena
de muerte.
Margarito Antúnez Bahena, igualteco, de 58 años de edad, conversa con El
Diario de la Tarde, en la marisquería “Playa Azul”, ubicada en la nave central
del Mercado Municipal “Gral. Adrián Castrejón” de Iguala. Mañana Sábado regresa
a Chicago, donde radica con su familia.
Menciona que siendo muy joven durante mucho tiempo pasó como indocumentado
a Estados Unidos.
APRENDIÓ DE GRANDE…
Él sólo cursó el primer año de primaria, en la Escuela “Gregorio Torres
Quintero” —aunque aclara— que hoy sabe leer, sacar cuentas y hasta un poquito
de inglés. “Nunca me interesó el estudio”.
Desde temprana edad aprendió a preparar ceviches, pues su papá, don
Agustín, era propietario de la cevichería “El Pescadito”. Es el cuarto de cinco
hermanos —tres hombres y dos mujeres—.
Margarito cuenta que siendo muy joven empezó a meterse a la lucha libre
–influenciado por su hermano Nicolás, su gran ídolo— e hizo presentaciones en la
Arena “La Afición”; luego en el “Citlali”; más tarde en el Cine “María Teresa”
y en el salón “Bugambilias”.
Tenía entonces el nombre del “Pez Vela”; luego “El Predicador”; luchaba
enmascarado —revela—, a fin de esconderse de su papá.
“EL PULPO ASESINO”…
—Algunas veces hacía mancuerna —enmascarados— con mi hermano Nicolás. En
ese tiempo nos nombraban “Los Hermanos Estrada”. Solo, le llamaban “El Pulpo
Asesino”.
El “Pez Vela” o “El Predicador”, menciona que sus entrenadores en lucha
libre fueron Ray Hernández y Fernando Soto, quienes también eran luchadores.
—Luchaba y ayudaba a mi papá en la cevichería.
—Así salí a luchar en categoría semifinalista al estado de Morelos, a los
municipios como Ciudad Altamirano, Teloloapan, Taxco, Chilpancingo, y otros. Mi
hermano, —reitera— siempre me jalaba.
En esta
esquina… ¡a dos caídas sin límite…!
Pero la inquietud de Margarito, el sueño de triunfar, de ganar dinero, de
probar suerte en otro país, en 1983 lo convierten en indocumentado, y se lanzó
a la peligrosa aventura, pagándole al “pollero” 225 dólares por pasarlo a
California, por Tijuana.
“SE TE SUBEN LOS HUEVOS”…
—Cuando atraviesas la frontera a Estados Unidos no es cosa fácil, —dice.
Los riesgos del cruce de frontera son altos: abandono, migra, perecer hacinados
en cajuelas de autos o en compartimentos secretos de cajas de camionetas que
los ocupan para actos ilícitos. Se te suben los huevos.
—Nada te asegura que llegarás con bien. No hay garantía y nos exponemos a
lo peor.
—Luego tienes que caminar por los cerros, perseguido por la migra y
escondiéndote.
Admite que se fue solo —para entonces ya estaba casado—, y se fue a
escondidas de la familia y de sus hijos. A nadie avisó.
—Pero gracias a Dios, porque soy católico, me encomendé a todos los santos.
Tuve miedo, pero me hice el fuerte y así llegué a Chicago.
Revela que la primera vez fue deportado. Pese a eso, a los dos meses ya
estaba otra vez trabajando en un restaurante. —Yo ya sabía cómo pasar como
indocumentado.
IBA Y VENÍA A IGUALA…
“El Predicador” declara que así vivió en Chicago, Houston, Arlington,
Texas y Florida, en donde radicaba por temporadas, pues iba y venía a Iguala.
En sólo seis años, de ir y venir, Margarito se desempeñó como lavaplatos,
cocinero, anduvo en la pisca del jitomate, de la lechuga, entre otros.
Asimismo, fue réferi de Lucha Libre.
También cuenta que entró como luchador emergente con el nombre de “Mag
Estrada”, aunque fue debut y despedida, y por cuestiones de salud tuvo que
retirarse.
En 1989 Margarito Antúnez decide llevarse a toda su familia a vivir a
Chicago. (Su esposa y dos hijos). Se los llevó pequeños y allá se casaron.
Otros dos nacieron en este lugar.
—Creo que ahí empezó el sueño americano y ese sueño era obtener una
residencia, misma que logré el 4 de Octubre de 2013, para mí y mi esposa.
Señala que en Chicago no ha puesto una cevichería porque no le gusta la
esclavitud, ya que es un negocio que hay que dedicarle “24 horas”. Actualmente
trabaja como pulidor de pisos para una empresa importante.
—Hoy tengo la esperanza de jubilarme, por lo que tengo que esperar unos
siete años, y venirme a vivir a Iguala para disfrutar un poco de la casa junto
con mi esposa.
SE VIVE LA DISCRIMINACIÓN…
Hay quienes viven discriminación, incluso, en sus salarios, detenciones,
golpes, vejaciones, extorsiones, hasta enfrentarse a la muerte.
A un año de la administración de Trump, el sueño americano es solo un mito,
con la retórica antimexicana ha despertado en algunos anglosajones el odio
racial; las leyes son cada día más rigurosas.
En los últimos años, expone Margarito Antúnez, se han incrementado los
operativos para detener indocumentados, incluso, la discriminación contra los
latinos también se ha acentuado, y es que el odio hacia los latinos se fomentó.
Don Margarito y
su carnal, Francisco Javier Copeño.