LECTURA
POLÍTICA
Noé Mondragón Norato
Libertad de prensa acotada
La libertad de expresión se convirtió en un mito discursivo del poder
para justificar sus propios excesos. Porque al final del día, las agresiones
contra la prensa en Guerrero no cesan. A pesar de que el gobernador Héctor
Astudillo Flores, celebre este jueves con dueños de medios de comunicación y
periodistas, el punto central es que los procesos de transparencia y verdadero
acceso a la información pública, están muy limitados. A ello se añade la
intolerancia de los grupos delictivos que también, se han sumado a las
agresiones contra la prensa. La radiografía es elocuente.
PRENSA AMENAZADA.- El diagnóstico es preocupante: durante la presente
administración presidida por el gobernador priísta, dos periodistas fueron
asesinados: Francisco Pacheco Beltrán en Taxco, el pasado lunes 25 de abril de
2016. Y Cecilio Pineda Birto, el jueves 2 de marzo de 2017, en Ciudad
Altamirano. El primero, se convirtió en acérrimo crítico del edil priísta con
licencia de ese municipio de la región norte y actual candidato a diputado
local por el distrito 21, Omar Jalil Flores Majul, quien acaba de solicitar en
mayo pasado, “medidas cautelares” ante el IEPC. El segundo, desafió al grupo
delictivo Los Tequileros y a su líder, Reybel Jacobo de Almonte, en la región
Tierra Caliente. De los dos crímenes no se ha resuelto ninguno. Y se entiende
que ahora será peor con el cambio de Fiscal. Esa impunidad lacera y le quita de
golpe, las banderas del respeto a la libertad de prensa y de pensamiento, al
gobernador Astudillo. Y se han dado otros casos de hostigamiento contra
comunicadores: 1.- El sábado 13 de mayo de 2017, un grupo de periodistas que
cubrían información de los ataques criminales en la Tierra Caliente, fueron
interceptados por miembros del grupo delictivo La Familia Michoacana, en el
crucero de Acapetlahuaya. Los despojaron de su equipo de trabajo y de la
camioneta en que se transportaban. El grupo de informadores lo integraban
Sergio Ocampo, corresponsal de La Jornada en Guerrero; Jair Cabrera,
reportero gráfico y colaborador del mismo medio; Pablo Pérez García, de Hispano
Post; Hans Máximo Musielik, de Vice News; Angel Galeana, de Imagen TV; Jorge
Martínez, de la agencia Quadratín, y Alejandro Ortiz, del diario Bajo Palabra.
La organización Artículo 19 fustigó al gobierno estatal y aseguró que en
Guerrero “no había garantías para ejercer el periodismo”. Por esos hechos, la
Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación mediante la
Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión
(FEADLE). Se prometió también, que se daría seguimiento a los periodistas
afectados a través del Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de
Derechos Humanos y Periodistas. Pero no pasó nada. El gobierno estatal pagó los
equipos robados. Pero la camioneta la recuperó casualmente, el propio
comunicador afectado. Ahí terminó todo. 2.- La noche del pasado domingo 20 de
mayo, los reporteros de la Agencia Irza de Noticias, Fabián Ortiz Trigo y Pablo
Maldonado Linares de Milenio Televisión, fueron secuestrados efímeramente por
miembros de la Policía Rural de Petaquillas que mantienen un retén a escasos
500 metros de la entrada a esa población. El pretexto: los comunicadores no
llevaban su identificación. Muchos de esos “policías” desconocen el valor y la
importancia que representa la prensa. Por esa razón, fueron muchas las piezas
que se movieron para demandar su liberación. Desde los propios periodistas que
bloquearon el retén de los bloqueadores en esa localidad, muy próxima a la
capital del estado. Hasta la Secretaría General de Gobierno y la Comisión
Estatal de los Derechos Humanos. Como sea, el gobierno estatal no puede
felicitar a los periodistas hoy. Porque está desarmado para hacerlo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En la víspera de la visita de hoy a Chilpancingo,
del candidato presidencial del Morena, Andrés Manuel López Obrador, un
activista y promotor del voto del Partido Encuentro Social (PES), fue asesinado
en Chilapa. El crimen se suma a otros tantos de tinte político, que no se han
resuelto. Como si ya no les importara a las autoridades.