El
huevo de la serpiente, circa 2018
Por: Raymundo Riva Palacio
Desde hace casi 20 años, todas las críticas o discrepancias con las ideas y las políticas de Andrés Manuel López Obrador han sido respondidas con insultos, amenazas, linchamientos virtuales y, en ocasiones hasta ahora mínimas, con agresiones físicas. En aquél entonces se hacía por medio de correos electrónicos o llamadas telefónicas. Hoy la agresión, el hostigamiento y la intolerancia se da de manera más rápida y sin intermediario alguno, se da en las redes sociales. En aquél entonces se realizaban los atropellos contra políticos y periodistas, un fenómeno que, quizá por la transversalidad de la información actual, se ha extendido hacia toda la sociedad, en todos los estratos y demografías, que muchas veces convierten la arena pública virtual en un patíbulo.
La temporada de caza contra quienes piensan distinto a López Obrador
abrió hace mucho y se ha intensificado. Tras la multa del Instituto Nacional
Electoral a Morena –por haber realizado operaciones financieras irregulares en
un fideicomiso pensado para ayudar a los damnificados de los sismos de
septiembre pasado en ocho entidades del país, el jueves pasado–, la frecuencia
de insultos y amenazas que recibieron a través de las redes durante menos de 72
horas fue mayor a la que se tuvieron, en total, durante los 11 meses que duró
el proceso electoral. Quien organizó la elección donde arrasó López Obrador,
perdió su aurea de árbitro imparcial para convertirse en un instrumento de los
poderosos para lastimar al próximo residente de México. A partir de un tuit de
López Obrador donde acusó al órgano electoral de una “vil venganza”, la hoguera
se extendió.
Arturo Sarukhán, un educado y fino diplomático mexicano que fue
embajador de México ante el gobierno de Barack Obama, actualmente consultor en
Washington, escribió en su cuenta de Twitter poco después que López Obrador dio
a conocer el contenido de la carta que envió al presidente Donald Trump: “El
último párrafo de carta (de) AMLO a Trump no va a caer muy bien en el Partido
Demócrata; se nos sigue olvidando en MX el peso/papel que juegan en Congreso en
temas comerciales (eventual aprobación TLCAN), migratorios (defensa Dreamers,
rechazo muro) y en ciudades/estados clave para MX”. Un anónimo, 'Alexander
chvpacieco', le respondió: “(SARUKHAN)) Duermes y sueña con el globalismo.
Traidor a su país, Israel, asco de persona!” El exembajador comentó: “Nomás las
chuladas con tufo antisemita con las que uno se topa... a bloquear en
automático”.
Isaac Katz, un respetado economista del ITAM, reprobó en su habitual
columna de los lunes en El Economista la propuesta de López
Obrador para descentralizar las secretarías de Estado, por lo que le cayó una
lluvia de insultos. “En los 23 años que llevo escribiendo en @eleconomista
critiqué muchas de las decisiones de política económica de Zedillo, Fox,
Calderón y Peña y nunca recibí por ello algún insulto”, apuntó en Twitter. “Por
las críticas que he vertido sobre algunas de las propuestas de AMLO, eso ya
cambió. De miedo”. Para confirmar su pesimismo, 'Soy una Pinche Pistola', otro
francotirador agazapado en el anonimato, espetó: “A este pendejo mentiroso no
le gusta la discordancia por que cuando lo dejas en evidencia como el pendejo
que es en sus análisis del precio de la gasolina en Estados Unidos en relación
al de México responde con descalificaciones así que pseudointelectual: aguante
la verga”.
Alicia Alarcón, tuitera de años, recibió varios mensajes que resumió en
un mensaje: “‘Ya ganamos’. ‘Cállate y guarda tu ardor’. ‘Dilo sin llorar’.
‘Cuando AMLO gobierne, acabarás en el paredón’. Eso y otras finuras me han
dicho. Y no. No es ardor. Les di el beneficio de la duda casi tres semanas.
Pero son el PRI reloaded. Con todo y paredón”. El beneficio de la
duda fue breve, el de la transición tersa que se rompió mediante el tuit de
López Obrador, sobre la multa del INE. Su palabra fue un llamado a las armas
virtuales. El próximo presidente de México elevó su crítica y se refirió por
nombre al periódico Reforma y a los consejeros electorales
Ciro Murayama y Marco Baños. Los señaló, como en otros tiempos se señalaba a
quienes no pertenecían a su raza y los estigmatizaba. Una vez más, los buenos y
los malos, los fieles y los infieles.
Estos son días que recuerdan la película de Ingmar Bergman, 'El huevo
de la serpiente', que narra la degradación de la sociedad alemana por la crisis
económica y la emergencia de líderes carismáticos. “Todos tienen miedo y yo
también”, dice un inspector de policía que investiga un suicidio en la película.
“El miedo no me deja dormir, nada funciona bien, excepto el miedo”. En ese
entorno se empiezan a incrementar los ataques de las turbas nazis contra los
judíos, sin que nadie trate de impedirlos. La película está llena de tomas
oscuras donde aflora el temor generalizado y la indiferencia, que siembra la
semilla del Holocausto que vendría.
Hoy, aquí, lo estamos viviendo. Las condiciones socioeconómicas no son
como la Alemania de Weimar, pero la gente dice sentirse como si lo fueran. Las
turbas virtuales están cazando voces críticas, sin que nadie trate de
impedirlos. Los señalamientos claros de López Obrador parecen incipientes
triángulos amarillos cosidos en la ropa para estigmatizar. ¿Cuánto falta para
que de la palabra se salte a lo físico? La intolerancia a quien disienta es
inexistente. No hay diálogo, no hay contraste. El pensamiento único es lo
único. López Obrador, detonador de los radicalismos intransigentes, tiene una
responsabilidad para sosegar su tigre virtual. No puede evadirla ni decir que
no puede controlarlo.