Columna Llamado Ciudadano


Llamado Ciudadano
Ramiro Ocampo Rodríguez

¿Cuál es el sentido social de nuestro Mercado Municipal? En lo personal, estoy a favor del progreso y la modernidad. Quedarse en el pasado no es una buena idea; la tecnología y la globalización nos han envuelto en un constante avance. Pero todo tiene un precio. La realidad es una consecuencia. Esta crisis que vivimos al menos de manera local es por el abandono sistemático de los gobiernos en turno por parte de políticos tradicionales. Pero hasta eso tiene su razón y la culpa no es sólo de su parte, sino de nosotros también, ya que nos acostumbramos a vivir en una democracia pasiva o para “flojos”, en la que lo único que nos toca hacer es votar para elegir a nuestros representantes y ni siquiera eso hacemos, aunque la desidia no es la única razón por la cual dejar de participar en lo más mínimo de la vida política en nuestro país. Existe una razón más poderosa: “el miedo”. Así como un niño enfermo es un niño pasivo, uno miedoso también, a nuestro gobierno le conviene un pueblo enfermo y con miedo, porque sano y valiente no se le puede someter tan fácilmente. El desarrollo y la modernidad, fue prometido con el capitalismo y la libre competencia. El problema que cada vez se hace más evidente es que el capitalismo es el extremo contrario al socialismo, donde no importa el interés de la mayoría y ni siquiera la estabilidad de las propias empresas que generen la riqueza. Paradójico, pero así es. En términos financieros, las decisiones que se toman en las cúpulas con el fin de hacer generar más utilidades suelen poner en riesgo su estabilidad a largo plazo, ya que se recurre a herramientas como el recorte de personal, el abaratamiento de costos poniendo en riesgo la calidad o dejando sin empleo a la comunidad que dependía de ésta al cambiar sus maquiladoras a otro país en el cual la mano de obra sea más económica, etc. El problema con el desarrollo y la modernidad que le ha tocado a nuestra ciudad, es que sólo se ha enfocado en instalar supermercados que con un mínimo de empleados tienen la capacidad de atender a un número muy grande de clientes, generando una competencia que deja fuera a la mayoría de los pequeños comerciantes que no contamos con las herramientas para hacer frente a ésta. Dejarnos fuera de la competencia, lejos de ayudar al progreso está agudizando más los problemas que ya teníamos, pues el número de empleos que se pierden es mucho mayor al que se ganan cuando una franquicia o un supermercado se instala, lo que termina aumentando de manera descontrolada es el ambulantaje, ya que al no tener trabajo se recurre al autoempleo para sobrevivir, eso en el mejor de los casos, porque muchas veces los jóvenes, principalmente, terminan en actividades delictivas para generar un ingreso. En lo personal creo que primero se debe atraer empresas que generen empleos como maquiladoras o ensambladoras y después dejar crecer los centros comerciales. No permitas que tu miedo te frene; la ambición es un “barril sin fondo” que nunca se llena, pues entre más tienen más quieren. Realmente no les importa cuanta pobreza se genere, lo único que les van importar son sus ingresos. Tenemos que despertar y dejar de tomarnos los sedantes que nos dan a través de la televisión. Pensar que debemos vernos de manera inteligente, pues si no participamos activamente para desplazar y reemplazar a los de siempre nuestra realidad puede empeorar, pero nunca mejorar. La política debe recuperar un sentido social sin caer en el extremo del socialismo; es decir, se debe buscar el progreso, pero no a costa del empobrecimiento de la mayoría. Dejando a los mismos en el poder nunca cambiarán las cosas.