LECTURA POLÍTICA

Noé Mondragón Norato

La suerte de las consortes
Es un asunto de fuerza. De movilidad. Y de astucia para el cabildeo político traducido en amarres y consensos. Eso explica que las cónyuges de algunos personajes en el poder, logren afianzar su personal proyecto político. Exploten la coyuntura. Se enfunden o fracasen en sus pretensiones. Los casos son muy visibles.
CONSORTES CON PODER.- La historia no miente: las consortes han jugado un papel político determinante en la vida de sus esposos. Y por eso mismo, el picaporte hacia el poder se les abre de manera natural. Algunas no pudieron. Pero otras sí. Es cuestión de ubicarlas: 1.- En el PAN, el ex presidente del país, Vicente Fox, intentó en su momento, dejar como candidata a la presidencia a su esposa Martha Sahágun Jiménez. No pudo. Su fuerza política era al final de su sexenio, demasiado endeble. Luego, ya fuera de la presidencia, el también ex mandatario nacional, Felipe Calderón, impulsó a su esposa Margarita Zavala, para competir internamente en el PAN, por la candidatura presidencial. Al no lograrlo, se fue por la vía independiente. Y ahí se encuentra. Con puntajes nimios en las encuestas. Imposibilitada para revertir esas tendencias. 2.- En el PRI, hay cuando menos dos personajes que se fueron de la mano con sus esposas: el ex edil de Acapulco, Manuel Añorve Baños. Y el rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán. El primero, logró encaramar como candidata a la diputación federal en el distrito 4, durante la pasada elección de junio de 2015, a su esposa Julieta Fernández Márquez. Y la utilizó como cuña política en la actual coyuntura, para presionar por la candidatura al Senado. Cuando la obtuvo, su esposa se hizo a un lado en la disputa por la candidatura tricolor a la alcaldía de Acapulco. Le dejó la cancha libre al diputado federal con licencia, Ricardo Taja. Y en el caso del rector Saldaña, es vox populi que intenta ubicar a su esposa Arely Almazán Adame, enel cuarto sitio de las diputaciones plurinominales tricolores. Con una pequeña diferencia respecto de Añorve: Arely no cuenta con antecedentes ni trayectoria partidista al interior del PRI. 3.- En el PRD, el ex edil defenestrado del municipio de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, planeaba dejar como heredera en la alcaldía, a su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa. Pero los funestos hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014, fracturaron esos planes. Sin dicho escenario, Pineda Villa tenía cancha libre no solo para lograr la candidatura, sino para ganar la elección. Un caso similar ocurre en el municipio de Tlalchapa, región Tierra Caliente, donde el perredista Martín Mora Aguirre, ha intercambiado roles en cargos de elección popular con su esposa, Guadalupe Eguiluz Bautista. Así, cuando él es diputado local, ella es alcaldesa. Hoy pelea la alcaldía y Guadalupe la diputación local. Entre los dos, y junto con toda su familia, han neutralizado las aspiraciones de otros contendientes. 4.- En el puerto de Acapulco, el edil perredista, Evodio Velázquez Aguirre, impulsó a su esposa Perla Edith Martínez, en el segundo lugar de la lista de aspirantes a diputados locales por la vía plurinominal. Como otras esposas de políticos, Perla tiene militancia perredista. Y si se mira bien, dicho edil es el único personaje en el PRD, que ha contenido y sorteado los embates políticos desde varios frentes: los fraguados en el gobierno federal de Peña Nieto, en el estatal de Héctor Astudillo, en el Congreso del Estado, en la dirigencia estatal del PRI y finalmente, en el partido Movimiento Ciudadano, de Luis Walton. Y para no darle de pedradas al panal, declinó ir a la reelección por la alcaldía. Es decir, la diputación plurinominal para su esposa se podría leer no como una concesión de las tribus, sino como algo que ese edil ganó a pulso. Porque al final de cuentas, las consortes también juegan. En todos los partidos políticos.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Para el gobernador Héctor Astudillo, la violencia ya tocó fondo en la entidad. El punto es que, cuando hace públicas esas posturas, la violencia vuelve a recrudecerse. Porque la estrategia de seguridad pública no existe. Es una entelequia discursiva.