Noé Mondragón Norato
PRI: tocar fondo en la capital
No
es una simple disputa doméstica. De fondo, se encuentra la retención o
la derrota electoral del PRI en la alcaldía de
Chilpancingo. Por eso se entiende que el ex edil de la capital, el
priísta Marco Antonio Leyva Mena, ataque y desaparezca. Y luego vuelva al
contraataque. De hecho, esa parece ser la estrategia política: no
dejar reposar la polémica a fin de que el PRI y el eventual candidato o
candidata a la alcaldía por ese partido, arribe a la competencia arrastrando con
esa pesada carga. A ello se suma la tangible ineficiencia del
alcalde suplente, Jesús Tejeda Vargas. Hay que ubicar coyunturas y personajes.
ASTUDILLO: APOSTARLE A LA DEBACLE.- Dentro de la confrontación política inacabada
entre el alcalde con licencia de Chilpancingo y el gobernador de la entidad,
resaltan algunas lecturas: 1.- Tras su abrupta irrupción en el
ayuntamiento capitalino el pasado lunes 8 de enero, Leyva Mena, reapareció en
un noticiero de Televisa, acusando al mandatario estatal
de imponerle al ex secretario de Seguridad Pública Municipal,
Esteban Espinoza Montoya. Y de haber solicitado licencia a la
alcaldía “por las diferencias con el gobernador”. Lo cierto es
que desde el pasado 9 de enero, cuando el titular de la Auditoria General del
Estado (AGE), Alfonso Damián Peralta, anunció haber presentado unadenuncia
penal ante la FGE contra Leyva Mena, “por ejercicio
indebido del servicio público” y un desfalco financiero de 61
millones 468 mil pesos, el ex edil se hizo ojo de hormiga. 2.- El
gobernador Astudillo, asume sin embargo, no tener conflicto con Leyva
Mena: “Yo no le dije que pidiera licencia, él pidió licencia derivado
de una gran cantidad de conflictos que generaron inconformidad en
Chilpancingo…él, es el responsable del grave conflicto financiero que hay en
Chilpancingo; él es el responsable y tiene que responder por el quebranto que
está a simple vista”. En ese estilo suyo y muy personal de aplicar rencores
políticos selectivos, el gobernador Astudillo, se instaló
de golpe en un dilema: en la complicada coyuntura electoral para su
partido, no puede detener ni meter a prisión a Leyva Mena. Aunque
ganas no le falten. 3.-En política todo puede pasar. Y no sería
descabellado en la actual circunstancia, que Leyva Mena se proteja de
algún modo, apoyando al precandidato del PRD a la alcaldía chilpancingueña,
Antonio Gaspar Beltrán. Nada más para darle el tiro de gracia al PRI en
la capital. Porque si el mandatario estatal operó para expulsarlo de la
alcaldía, ¿Por qué entonces no operar a su vez, para quitarle ese santuario
político y electoral a los tricolores y al propio Astudillo? Y por
supuesto, al inactivo y tibio dirigente estatal
del PRI, Heriberto Huicochea Vázquez. 4.- Dentro de todo,
hay un punto que el gobernador estaría considerando: una eventual y
posible derrota electoral del PRI en la alcaldía de
Chilpancingo, le ayudaría a compartir culpas y
responsabilidades con la oposición, en
torno a la imparable ola violencia, impunidad, complicidades e
inseguridad, que hoy lo golpean de cuerpo completo. Tanto a él, como
al propio edil suplente, Jesús Tejeda. Así y con un alcalde opositor, Astudillo
generaría su propia válvula de escape a la problemática
social con la que no puede. Y la inacabada disputa política con Leyva
Mena, se instalaría en la ruta de cuajar dicho
escenario. Porque las crisis cíclicas de los dos últimos
gobernantes priístas en la capital del Estado, ya tocaron fondo. Ese
es el punto.
HOJEADAS DE PÁGINAS…En las altas esferas priístas, ya maduran la
estrategia para impedir que López Obrador, llegue a la presidencia del país el
próximo 1 de julio: inflar en las encuestas al
candidato del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya Cortés, para al final meterlo
como ganador “por medio punto porcentual”. Justo
como ocurrió con Felipe Calderón, en la polémica y sucia elección
federal de julio de 2006. Y si no, al tiempo.