ABREVANDO

ABREVANDO

José Antonio Lavín Reyna

México no tiene remedio…. ¿Será?

 

Me extraña el lamento de aquellos que vociferan: “Queremos PAZ”. Me imagino que Madero, escuchó en su paupérrimo recorrido de campaña (el estado porfirista no le permitía realizar campaña),  para competir contra Porfirio Díaz, las mismas voces que lo condenaban. El país estaba en jauja, bonanza, inversiones en minería, compañías petroleras y eléctricas, en transporte –se construyo más del 90% de la red actual, o sea para que quería Madero ser Presidente, eso era una locura y los medios impresos de la época (recuérdese que no había radio, tv, internet, celulares, whatsApp, solo el telégrafo) le daban con todo a la candidatura de Madero. Si surgían grupos de protesta por la pobreza imperante, solo se requería de las  balas, para terminar con  los malhechores, facinerosos y bandoleros, que Derechos Humanos ni que Ocho Cuartos. A manera de recordatorio, en esos años, el 100% de la población profesaba la religión católica, el 2% poseía la riqueza total del país, el 20% de la población sabía leer,  y el resto eran pobres, pero pobres y analfabetas,  que vivían de lastima como peones acasillados en las extensas y ricas haciendas y minas del país o esclavos de las petroleras extranjeras que saqueaban el petróleo de la nación.

La situación no ha cambiado mucho, leía una publicación en Twitter de un usuario que les reclamaba a quienes tomaron la presidencia municipal de Iguala, Guerrero. Escribía, con ese lenguaje soberbio y clasista que reina en las redes sociales: Los respetaré cuando marchen contra los narcos. He visto también cómo los escudos del poder intentan denostar las movilizaciones. Como siempre, desprestigian la conciencia social. Tachan a las almas solidarias de “muchedumbre rabiosa”, “acomplejados”, “amargados que intentan desestabilizar al país”.

Otros más, desde la lejana indiferencia, introducen la absurda discusión de sobremesas clasemedieras: manifestarse sí, pero sin afectar a los demás. O los más variados debates en la radio y televisión al servicio del Gobierno, conducidos por periodistas al servicio de Televisa o de Grupo Imagen de los Vázquez Raña, que alientan el falso debate alentado por los más corruptos periodistas: Estás o no con López Obrador. No es tiempo para tantas frivolidades.

Tomo un párrafo escrito por Juan Pablo Proal: “¿De verdad podemos seguir como si nada? No estamos exentos de ser torturados, desaparecidos, desmembrados, disueltos en ácido, encarcelados, violados… Los prados, los besos, las sonrisas, las caricias, la vida no puede florecer entre tanta maleza. Podemos fingir, tratar de actuar algo que se le parezca, taparnos los ojos y los oídos, pero es imposible descansar entre tantas pesadillas. No sin Prozac.

Nos están haciendo acostumbrar a cenar entre fosas clandestinas, bombazos y amputaciones. Quisimos seguir nuestras rutinas entre granadas, convoyes militares y daños colaterales. Hubo quienes se indignaron por “tanto amarillismo”, “porque no todo  es muerte y violencia”, “porque no todos somos narcos”, “¡porque las buenas noticias también son noticia!”. “Estamos en el Mexican Moment, ¿no lo ven?”.

Ni las muertes más mediáticas, ni los poetas que decidieron no escribir más, ni los huérfanos de “Los Zetas”, ni las ultrajadas por el Ejército, ni los menores calcinados por la corrupción nos movieron el corazón. No lo suficiente para que nos decidiéramos a poner un alto. Cuando mucho fueron tema de sobremesa, motivo para compartir links en redes sociales y culpar de todo a los políticos”.

Yo le agrego, dejamos que individuos como Cuauhtémoc Salgado, David Gama, Nemesio Álvarez y otros más, se promuevan grotescamente a costa de nuestro dinero -el dinero público es nuestro-  o con dinero que sepa de dónde diablos salió y sobretodo violando las leyes electorales. Bueno, hemos permitido que tipos con evidente incapacidad y pobreza moral asuman las sillas: presidencial, gubernamental, municipal y las de las curules.

Pablo Proal, termina señalando: “Permitimos que nuestras mujeres sean desaparecidas, que los sicarios sean el modelo de nuestros niños, que graben nuestras conversaciones telefónicas y nos arranquen de nuestros hogares bajo cualquier pretexto. 

Que convirtieran nuestros hospitales públicos en antesala al cementerio, nos robaran el derecho a una jubilación digna, nos paguen salarios de esclavos, nos vendan a plazos diminutas viviendas chatarra y nos cierren las puertas de las universidades públicas.

Si el caso Ayotzinapa no sirve para que pongamos un alto, nada lo hará.

Si somos tan indulgentes como para creer que eso que llamamos vida puede continuar como si nada habremos sepultado las reservas de esperanza que le quedan al país.

Si el dolor no nos hermana, habremos de resignarnos a que nuestra única posibilidad de cohesión social es un triunfo de la selección mexicana en octavos de final del Mundial.

Es momento de desafilar los cuchillos, encontrar a cada desaparecido, silenciar cada bala, exhumar cada cadáver y ponerle fin al contador de feminicidios. No podemos tolerar más Marios Marines, más “Tutas”, ni más Amados Yáñez. No podemos ser tan testarudos, tan desalmados, tan idiotas.

Si todo este infinito dolor no nos mueve, entonces la sociedad de consumo no tiene remedio.

Habremos de aceptar que sólo el individualismo, el egoísmo y el triunfo bobalicón son la religión imperante y no sabe de disidencias.

Habremos de entender que “el éxito” sólo crece entre la sangre y la basura, entre guerra y desechos, egoísmo e indiferencia. Que sólo se puede subir al estrado encaramado por cadáveres. Resignarnos a que México no tiene remedio”. Hasta aquí termina el texto de Proal.

Algo Más…

El espectáculo ahora por fin visible de la corrupción no habría llegado tan lejos si no se correspondiera con otro proceso que ha permanecido y permanece invisible, del que casi nadie se queja y al que nadie parece interesado en poner remedio: el descrédito y el deterioro de la función pública; el desguace de una administración colonizada por los partidos políticos y privada de una de sus facultades fundamentales, que es el control de oficio de la solvencia técnica y la legalidad de las actuaciones.

Esta situación, no nos ha permitido ver el claro después del bosque. ¿Qué hemos ganado los que vivimos en Iguala? Nada. Sólo lloramos como mujeres por la destrucción de un Edificio Municipal, tan antiguo, que ahora sale más caro poner plafones, vidrios, divisiones y puertas, que lo que le costó al gobierno de Rubén Figueroa Figueroa en 1979 construirlo. Habrase visto el tamaño de la corrupción, ya les quedó sabrosa la mano: Ahora quieren pompa, fastuosidad, nada de la republicana medianía, debe ser de lujo. Vaya tipejos. Por eso insisto que les paguen su salario real a los regidores $ 4,000 pesos mensuales. Su trabajo no es más importante ni productivo del que realiza un empleado de cualquier tienda departamental o de los negocios medianos de Iguala. El resto de lo presupuestado que sea para volver a sus austeros inicios el Edificio Municipal, Huicochea, Cano y otros arquitectos estuvieron ahí en sus inicios.

Hay que exigir, 50% de descuento de la mayor sangría de los igualtecos, la caseta de cobros de una mal llamada autopista, es una vía de dos carriles ampliada, por ahí empecemos. Es el momento de liberarnos de esa sangría.

CCIV.- Señor presidente: recuerde no es el Club de Tobi la función pública, no malgaste el dinero del pueblo publicitándose, la obra pública, toda ella, se realiza con dinero de los impuestos de los ciudadanos que sí los pagan y de los ingresos diversos que recibe de la Federación. No se crea del canto de las sirenas, esas que hasta antes del 26 de septiembre le endulzaban el oído a José Luis Abarca y a su esposa, esos que posteriormente gimiendo y llorando, arrancando las vestiduras, denunciaba que era un delincuente. Ahora Usted, como tiene la cartera llena, quieren que les llene sus bolsillos. Es su nuevo héroe.

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